viernes, 6 de noviembre de 2015

L. van Beethoven: Concierto para violín en Re mayor, Op. 61

Anne-Sophie Mutter, violín
Orquesta Filarmónica de Berlín
Seiji Ozawa, director

El Concierto Op. 61 tiene tres movimientos:
Allegro ma non troppo (Re mayor)
Larghetto (Sol mayor)
Rondo. Allegro (Re mayor)
Además del violín solista, la orquestación comprende flauta, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerdas.

El Concierto para Violín fue comenzado por Beethoven en 1806 y terminado justo antes de su estreno, el 23 de noviembre del mismo año. El estreno tuvo lugar en el Theater an der Wien, bajo la ejecución del celebrado violinista Franz Clement, que era uno de los músicos más virtuosos y celebrados de Viena. Discípulo de Haydn, tuvo una brillante carrera ascendente desde muy joven que lo llevó a tocar y luego dirigir en la Opera Imperial. Beethoven no escapó al grupo de notables que quedó impactado por la maestría de Clement, llegando más adelante a encomendarle la dirección del estreno de la Sinfonía Heroica. En 1806 fue Clement quien pidió a Beethoven que le aportara un Concierto para Violín, para ser presentado en un importante concierto benéfico. Beethoven accedió, pues respetaba profundamente a Clement y era uno de los pocos músicos de quien estaba dispuesto a recibir una crítica. El concierto, como era usual en Beethoven, fue concluido en el último minuto, con poquísimo tiempo para ensayarlo y gracias a la prodigiosa memoria de Clement, el estreno se salvó de terminar en desastre. La reacción del público fue tibia, no sólo por los huecos dejados por la improvisación, sino por la longitud del concierto y sus alcances de inusual sinfonismo, elementos inimaginables para la época. Tras un par de interpretaciones más, la obra no volvió a ser ejecutada hasta 1844, cuando otro niño prodigio, Joseph Joachim, lo volvió a tocar en Leipzig bajo la batuta de Mendelssohn. El éxito en ésta ocasión fue estruendoso, abriendo la entrada definitiva de la obra en el repertorio de los grandes conciertos para violín.


El concierto marca un hito histórico en el género, pues introduce elementos novísimos. En primer lugar resulta llamativo el despliegue de un gran concierto a partir de una economía musical casi espartana. El violín siempre mantiene su protagonismo pero sin efectuar lucha ni oposición contra la orquesta; al contrario el trabajo en armonía les hace aumentar su brillo mutuamente. La longitud del concierto, que para la época pudiera haber sido un problema, hoy nos parece promedio al conocer la longitud de otros conciertos románticos. También a diferencia de otros casos, el concierto de Beethoven permite flexibilidad a la hora de incluir cadencias, desde las originales del compositor, hasta las variaciones personales del propio intérprete, muy resaltante hacia el final del primer movimiento y hacia la coda del último. Hoy en día no queda duda de la absoluta grandeza de ésta obra.

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