martes, 23 de junio de 2015

La pasión del rey, film de Gérard Corbieau (2000)



Título original: Le Roi Danse.
Año: 2000.
Duración: 115 min.
País: Bélgica.
Director: Gérard Corbiau.
Guión: Eve de Castro, Andrée Corbiau, Gérard Corbiau (sobre la novela de Phillippe Beaussant).
Fotografía: Gérard Simon.
Reparto: Benoît Magimel, Boris Terral, Tcheky Karyo, Colette Emmanuelle, Jacques François, Cécile Bois, Claire Keim, Johan Leysen, Idwig Stéphane, Emil Tarding.
Productora: Coproducción Bélgica-Francia-Alemania; K-Star / France 2 Cinéma / MMC Independent / K-Dance.
 
Sinopsis: El film narra la relación entre el rey sol (Luis XIV) y el compositor de su corte, Jean Baptiste Lully. Narrado en flash-back, el superintendente de música de la Corte recuerda, mientras agoniza, los mejores momentos de su vida. Comienza cuando el Rey a los 14 años se ve sometido a los dictados de su madre −la reina de Austria, viuda de Luis XIII− y su grupo de consejeros encabezados por el cardenal Mazarino, primer ministro. Al cumplir el rey 22 años, muere Mazarino, lo que supone que Luis XIV toma las riendas del poder. Así, en contra de la opinión de su madre, rechaza el nombramiento de un primer ministro e intensifica su relación con Molière y, sobre todo, con Lully, que siente por él gran admiración y un afecto obsesivo y enfermizo.
Comentario: Gérad Corbiau, realizador de “Farinelli” (1994), basa su película en la novela histórica de Phillippe Beaussant, que expone la afición de Luis XIV por la música, la danza, el teatro y la ópera, sin abordar otros aspectos de su intensa y tumultuosa vida de monarca absolutista.

La película ofrece una descripción suntuosa y preciosista de la Corte francesa, en la que abundan las intrigas, las traiciones y el asesinato. El vestuario es notable en corrección histórica, variedad de formas, porte y color. La coreografía es brillante y espectacular. La interpretación de los actores principales, Benoît Magimel (Luis XIV), Boris Terral (Lully) y Tcheky Karyo (Molière), es convincente.

En cuanto a la música, casi todas las composiciones que se escuchan pertenecen a Lully, salvo en la escena de la interpretación de la ópera de Cambert, en la que la música es de dicha ópera, y en la representación de “El enfermo imaginario”, en la que se oye la música que Charpentier compuso para la ocasión.

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