domingo, 17 de mayo de 2015

G. Verdi: Di Provenza, il mare, del Acto II de "La Traviata"


Thomas Hampson, barítono (Giorgio Germont)
Rolando Villazon, tenor (Alfredo Germont)
Feastival de Salzburgo (2005)

Tras su conversación con Giorgio Germont, padre de su amado Alfredo, Violetta ha decidido abandonar a éste. Violetta se marcha a París sin casi despedirse de Alfredo. Después, un sirviente entrega al joven una carta de Violetta en la que le expresa su decisión. Vuelve Germont, que intenta reconfortar a su hijo, recordándole su ambiente familiar en Provenza (Di Provenza il mar – "El mar de Provenza"). Alfredo sospecha que el barón está detrás de su separación con Violetta y la invitación a la fiesta, que ella encuentra en la mesa, fortaleciendo sus sospechas. Decide enfrentarse a Violetta en la fiesta. Giorgio intenta detener a Alfredo, pero él sale apresuradamente.

La Traviata (“La perdida”) es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la novela de Alexandre Dumas (hijo) La dama de las camelias (1852), aunque no directamente sino a través de una adaptación teatral. Originariamente iba a titularse Violetta, por el personaje principal.

Piave y Verdi querían seguir a Dumas dándole a la ópera una ambientación contemporánea, pero las autoridades de La Fenice insistieron en que se ambientara en el pasado, "h. 1700". No sería hasta la década de 1880 cuando se respetaran los deseos originales del compositor y del libretista y se representaran producciones "realistas".
Fue estrenada, con relativo éxito, en el teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853.

La Traviata es una obra atípica dentro de la producción de Verdi por su carácter realista. No refiere grandes hechos históricos, como Nabucco, ni está basada en tragedias como Macbeth, sino que es un drama psicológico de carácter intimista. Fue la primera ópera en el cual los actores vestían trajes contemporáneos de la época (smoking y vestidos largos de dama a la usanza francesa o inglesa) ya que hasta ese momento, las óperas siempre estaban ambientadas en épocas históricas, correspondientes siempre al pasado.

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