viernes, 4 de abril de 2014

Franz Schubert: Erlkönig, D 328

Gérard Souzay - baritone
Jacqueline Bonneau - piano

Erlkönig (“El rey de los elfos”), corresponde al tipo de Lied denominado escénico. Es muy difícil de interpretar pues incluye cuatro personajes con caracteres diferentes: un narrador que presenta al padre que cabalga hacia su casa con un niño que es su hijo, en medio de una noche tempestuosa; el padre, que trata de tranquilizar al niño con una voz en un registro medio; el hijo, asustado hasta la muerte por la aparición del rey de los elfos y que canta en un registro más alto y de progresiva intensidad; y el rey de los elfos que trata de atraer al niño con una voz suave y algo melosa. Las voces tienen un carácter declamatorio o arioso, a veces casi de diálogo hablado. Estos recursos provienen de la influencia ejercida por la ópera, un género que mucho interesó a Schubert pero en el cual no tuvo mayor fortuna.

La balada termina, tal como lo indica la partitura, con una frase en recitativo casi totalmente sin acompañamiento. Ese texto de gran efecto es: “In seinen Armen das Kind war tot”, o sea, “En sus brazos el niño estaba muerto”.
Este Lied fue compuesto en 1815 y está basado en un poema de Goethe; es considerado una de las obras maestras de Franz Schubert. Su texto es una balada de origen danés y es fácil darse cuenta de que un poema tan dramático no podía ser musicalizado con los recursos del Lied convencional. La canción artística creada por Schubert se apoya no solo en la tradición lírica sino también, como muy especialmente ocurre en este ejemplo, en una tradición dramática proveniente de géneros como el teatro y la ópera.

El piano tiene la mayor importancia pues proporciona unidad a las muy diversas representaciones musicales de los personajes. Los obstinados trémolos en la mano derecha del piano y los tresillos en la izquierda contribuyen a crear un clima tenebroso y de angustia. La introducción del piano nos da una idea del viaje a caballo en medio de la noche y el viento.
 
Es ist der Vater mit seinem Kind;                             
Er hat den Knaben wohl in dem Arm,
Er faßt ihn sicher, er hält ihn warm.
 
 
»Mein Sohn, was birgst du so bang dein Gesicht?«
»Siehst, Vater, du den Erlkönig nicht?
Den Erlenkönig mit Kron und Schweif?«
»Mein Sohn, es ist ein Nebelstreif.«
 
>Du liebes Kind, komm, geh mit mir!
 
Gar schöne Spiele spiel ich mit dir;
Manch bunte Blumen sind an dem Strand,
Meine Mutter hat manch gülden Gewand.<
 
 
»Mein Vater, mein Vater, und hörest du nicht,
Was Erlenkönig mir verspricht?«
»Sei ruhig, bleibe ruhig, mein Kind:
In dürren Blättern säuselt der Wind.«
 
 
 
>Willst, feiner Knabe, du mit mir
gehn?
Meine Töchter sollen dich warten schön;
Meine Töchter führen den nächtlichen Reihn
Und wiegen und tanzen und singen dich ein.<
 
»Mein Vater, mein Vater, und siehst du nicht dort
Erlkönigs Töchter am düstern Ort?«
»Mein Sohn, mein Sohn, ich seh es genau:
Es scheinen die alten Weiden so grau.«
 
 
>Ich liebe dich, mich reizt deine schöne Gestalt;
Und bist du nicht willig, so brauch ich Gewalt.<
»Mein Vater, mein Vater, jetzt faßt er mich an!
Erlkönig hat mir ein Leids getan!«
 
Dem Vater grauset's, er reitet geschwind,
Er hält in Armen das ächzende Kind,
Erreicht den Hof mit Müh' und Not:
In seinen Armen das Kind war tot.
¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Un padre con su hijo, lo lleva seguro y caliente,
al resguardo de su regazo fiel.
 
- Hijo mío ¿por qué escondes tu asustado rostro?
- ¿Es el Rey de los Silfos, oh padre, tú no lo ves?
- ¿El Rey de los Silfos con su corona y manto?
¡Son alucinaciones hijo, que la niebla te hace ver!
 
¡Oh lindo niño, anda, ven conmigo!
Verás que juegos alegres te enseñaré.
¡Y qué flores tan extrañas florecen en mi orilla,
con las que mi madre hace dorados ramilletes!
 
- Padre mío, padre mío, ¿no oyes tú las promesas
con las que el rey de los Silfos pretende atraerme?
- No hagas caso, hijo mío es la fronda seca del árido
bosque, agitada por el cierzo.
 
- Lindo niño, ¿no quieres venir a mi palacio?
Te aguardan mis hermosas hijas en la entrada.
Cada una, en la noche, arrullará tu sueño.
y sabrán entretejer sus danzas y cantos,
 
 
- Padre mío, padre mío, ¿no ves allá en la sombra,
resplandecer las bellas hijas del monarca?
- Hijo mío, no hagas caso, es la difusa espesura,
lo veo bien y no hay nada más.
 
- Niño hermoso, amo tu belleza divina;
si no vienes por las buenas, emplearé la fuerza.
- Padre mío, padre mío, ¡mira cómo me aferra!
me lastiman sus manos. ¡Defiéndeme padre!
 
Atemorizado el padre clava las espuelas a su caballo,
aprieta contra su pecho al lloroso niño,
por fin llega al portal de su casona.
Mira, y en sus brazos el niño está muerto.
 
 
 
 



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