viernes, 17 de enero de 2014

Johann Strauss II: An der schönen, blauen Donau, vals op. 314

Orquesta Filarmónica de Viena
Carlos Kleiber, director
El hijo superó al padre largamente. Al padre se le recuerda por la Marcha Radetzky. Al hijo, por las más de 500 piezas bailables, entre las que se cuentan más de cien valses y otras tantas polkas y marchas, compuestas entre 1840 (a los quince años) y 1899, año en que lo alcanzó la muerte mientras se aplicaba a la composición de un ballet. Johann Strauss, hijo, logró llevar el vals desde su condición original de danza campesina hasta su conversión en una pieza musical bailable consentida en la corte de los Habsburgo, en Viena, a mediados del siglo XIX.

Su pieza más célebre es, desde luego, el vals En el bello Danubio azul, cuyo nombre de batalla, "El Danubio azul", no resulta desconocido para nadie. La obra fue compuesta por encargo: un vals cantado que hiciera a los vieneses olvidar la reciente derrota sufrida a manos de Prusia, durante la guerra de pintoresco nombre, "de las siete semanas", acaecida el año anterior, 1866. La obra no gustó. Tampoco Johann le tenía mucha confianza: "no era suficientemente pegadiza". Sin embargo, poco después, invitado a actuar en París, decidió incluir en el programa este vals malquerido, pero sin los coros. Fue un éxito rotundo. Hasta el día de hoy.

El más famoso vals celebra la incomparable belleza del larguísimo río Danubio, que atraviesa cinco capitales de Europa y que en alguna época habrá sido azul, aunque, casi con toda seguridad, tampoco lo era en tiempos de Strauss.

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