jueves, 10 de octubre de 2013

Wolfgang A. Mozart: Serenata nº 10 en si bemol mayor para trece instrumentos de viento , KV 361 "Gran Partita"

Solistas de la Orquesta de la Radio de Dinamarca

1. Largo – Allegro molto
2. Menuetto – Trio I – II
3. Adagio
4. Menuetto (Allegretto) – Trio I – II
5. Romanze (Adagio – Allegretto – Adagio)
6. Tema con 6 variaciones (Andante)
7. Finale (Molto allegro)
 
He aquí la obras más amplia, tanto en duración como en instrumentación, que Mozart escribió para un conjunto de viento, doce instrumentos con el añadido de un contrabajo: dos oboes, cuatro clarinetes (dos de ellos, los corni di basetto), dos fagotes y cuatro trompas.
Mozart utiliza en ella, por vez primera, el clarinete bajo inventado en 1770 por Antón Stadler, el instrumentista para quien escribiría años más tarde obras memorables, como el Quinteto y el Concierto. Aunque a veces se interpreta con un contrafagot, instrumento que Mozart conoció y utilizó cuando tuvo cerca algún instrumentista que lo dominaba, era instrumento todavía poco frecuente y en esta Serenata no dispuso del hombre adecuado, por lo que escribió al bajo para el gran instrumento de cuerda.

La Gran Partita fue escrita en Múnich, donde Mozart había viajado para presentar su Idomeneo y tratar de conseguir un puesto de trabajo cerca del gran duque Carlos Teodoro, antiguo señor de Mannheim, quien se había llevado consigo gran parte de la famosa orquesta que Mozart tanto apreciaba. Disponía, pues, de excelentes músicos, algunos de ellos amigos personales, y quiso hacerse notar. Con la Gran Partita Mozart hace estallar el género de la Serenata, pero, con mucha habilidad, no imita el estilo de la sinfonía puesto que no escribe para una orquesta sinfónica. Es, pues, una obra única, sin futuro en el arte de Mozart y sin apenas imitadores después.
Si se ha dicho con frecuencia que es la más bella música escrita para un amplio conjunto de vientos al aire libre, los problemas que Mozart se planteó con ella no tenían precedentes y no tuvieron consecuencia. Ignoramos todavía cuándo y dónde se oyó por vez primera. Tras el fracaso de Múnich (fracaso no de su música, sino porque no encontró el empleo al que aspiraba), se produjo la ruptura con Colloredo y Mozart se instaló en Viena. Un anuncio en el Wienerblattchen del 23 de marzo de 1784 habló de un concierto benéfico en el Teatro Nacional en el que se habría incluido «una gran obra para instrumentos de viento, de calidad excepcional, compuesta por Herr Mozart». ¿Se refiere a la Gran Partita? ¿La habría terminado en Viena y ya vino con ella terminada desde Munich? Siete movimientos componen el gran friso, pero ninguno de ellos recuerda ni en lo más mínimo a las antiguas Casaciones. La única concesión al género de la serenata es la inclusión de un doble minuetto, cada uno con dos tríos que le permiten experimentar los más sutiles contrastes entre los diferentes timbres instrumentales.

Pero ya desde el Largo de introducción se nos advierte que estamos en otro mundo, serio y profundo, el que cristaliza en el tercer movimiento, ese prodigioso Adagio que no han logrado describir las palabras. Es tan bello que se ha atribuido al mismo Mozart un motete para coro y orquesta basado en sus notas. La romanza, muy serena en sus episodios extremos, contiene en su centro un misterioso y agitado allegretto en Do menor que no cesa de conmovernos. El tema con variaciones es uno de los pocos casos en que Mozart reelabora una obra suya anterior, las variaciones del Cuarteto con flauta en Do mayor (1778). El Rondó final plantea un final feliz, alegre y sólido a la vez.
La Gran Partita, que así se le llama en el manuscrito original, aunque se duda la autoría de Mozart en este título, se alza majestuosa como una cima solitaria y misteriosa. Las dos Serenatas para octetos de viento que hemos escuchado en el concierto anterior prosiguen con éxito sus elucubraciones, pero reducen a lo normal las infinitas combinaciones tímbricas que en esta obra se manejan. De ahí la importancia y rareza de obra tan singular. ¡Ni el mismo Mozart tuvo oportunidad de igualarla!

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