miércoles, 16 de octubre de 2013

El saxofón

El saxofón, también conocido como saxófono o saxo, fue construido en París por el belga Adolf Sax a mediados del siglo XIX, en la década de 1840, cuando intentaba mejorar el clarinete. A pesar de estar hecho habitualmente de latón, este instrumento pertenece a la familia de viento-madera, ya que en su boquilla monta una caña de bambú.

Berlioz lo introdujo en la música de cámara al componer la primera obra conocida para saxofón, su sexteto Canto Sagrado, estrenada el 3 de febrero de 1844, con Adolphe Sax como intérprete de su instrumento y bajo la batuta del propio Berlioz. Aunque enseguida cayó en desuso, el saxofón se salvaría de desaparecer gracias a que el ejército francés y  el belga lo incorporaron a la plantilla de sus bandas militares. Finalmente sería introducido en la música orquestal por Jules Massenet, quien lo empleó en sus óperas Manon y Werther.

El saxofón es un instrumento híbrido entre el oboe y el clarinete. Como en el primero, el tubo del saxofón es cónico pero, al igual que el último,  emplea una sola lengüeta de caña en su boquilla. Más que hablar de un único saxofón, conviene resaltar que existe toda una familia completa de instrumentos. Así, se tiene el saxofón sopranino, el soprano, el alto, el tenor, el barítono, el bajo y hasta el contrabajo.
Il Vecchio Castello (Cuadros de una exposición)
Daniel Deffayet, saxo alto
Orquesta Filarmónica de Berlín
Herbert von Karajan, director
  
El saxofón se caracteriza por su enorme capacidad de matización, una agilidad media, un timbre pastoso y una rica sonoridad, muy apta para el canto. El saxo alto, afinado en Do, y el tenor, en Mi bemol, son los que más suelen utilizarse en la orquesta. Su empleo en ella es eventual, siendo obras destacadas en el repertorio la música incidental de Bizet para el drama de Daudet La arlesiana, la Rapsodia para saxofón y orquesta de Debussy, el Bolero de Ravel, la Sinfonía doméstica de Richard Strauss, las Suites de jazz de Shostakóvich, la ópera Cardillac de Paul Hindemith, los ballets Romeo y Julieta, de Prokófieff, y Job, de Vaughan Williams o la magistral orquestación de la suite pianística de Músorgski Cuadros de una exposición llevada a cabo por Ravel.

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