miércoles, 1 de mayo de 2013

Richard Wagner: Recitativo del Grial, de "Lohengrin"

 
Plácido Domingo, tenor
Stattasoper de Viena
Claudio Abbado, director

Después de estrenar Tannhäuser en 1845 y de comenzar la composición de Lohengrin, Wagner entró en contacto con el círculo anarquista de Bakunin; su participación activa en las revueltas de Dresde durante la Revolución de 1848, que había estallado en casi toda Europa, le obligó a escapar de nuevo. Fue a Weimar y se presentó a Franz Liszt, el faro dispensador de esperanza de todos los compositores, y obtuvo de él un pasaporte falso y dinero, lo que le permitió escapar de la policía que le perseguía y llegar a Suiza. El 28 de mayo de 1849 se instaló en Zúrich, en un exilio que habría de durar ocho años.
Lohengrin trata especialmente del encuentro de dos esferas, la celestial y la terrena. El preludio, una pieza orquestal independiente, está construido sobre un único tema, el motivo del Grial, el símbolo de la máxima santidad. El tempo es langsam (lento). Es preparado, casi como un suspiro, por todos los violines y algunos vientos de madera en un juego de cambios con cuatro violines solistas que tocan a la forma de un caramillo, es decir, con tonos altos en pianissimo. El motivo del Grial es interpretado primeramente sólo por los violines gradualmente subiendo en octavas, con voces de forma independiente. Las maderas entran, y más tarde también las cuerdas más profundas y luego las trompas, finalmente, en una gran culminación entran los trombones, las tubas y las trompetas. Este preludio, una obra maestra de enlace de oraciones musicales e instrumentación, de tonalidades y belleza de tonos, tiene la forma de un gran crescendo que es terminado por un corto decrecendo. El preludio abarca 76 compases y su tono principal es La mayor. El pensamiento creador es que el milagroso cáliz, el Grial, es llevado desde el cielo a la tierra, que allí es descubierto, para finalmente volver hacia las alturas. Al final del preludio se escucha un motivo conmovedor y tranquilo, desarrollado directamente del motivo del Grial, y que a veces es llamado el motivo de la misericordia. Este motivo se escucha también cuando Lohengrin se despide del cisne en el primer acto, y luego en su propia despedida en el tercer acto. La afinación básica que domina toda la obra es ceremoniosamente seria. Una belleza misteriosa marca especialmente la música de la trama interior: el amor entre Elsa y Lohengrin. El motivo del Grial vuelve a aparecer tímidamente en el acto primero, pero en su totalidad reaparecerá durante la narración sobre el Grial de Lohengrin en el último acto.

El compositor mismo se preocupó bastante de conseguir que ni el motivo del Grial o la obra, como un todo, fuesen consideradas obras religiosas o eclesiásticas.
El dramatismo de toda la obra culmina en la narración del Grial de Lohengrin ("In fernem Land"), cuya resplandeciente música es una recapitulación de todo el motivo del Grial del preludio. Aquí concluye la trama interna, que se ha llevado a cabo en el plano psicológico entre Elsa y Lohengrin. La narración del Grial, en donde Lohengrin da a conocer quien él es y el por qué debe abandonar a Elsa, está musicalmente planeado. El auténtico motivo del Grial se hace real primero durante la palabra "Gefäss" (vaso, recipiente), cuando el cáliz milagroso es nombrado. Su significativo tono mayor, La mayor, es cantado tres veces por Lohengrin, de las cuales las dos primeras en la palabra "Gral" (Grial). Musicalmente se mezcla el recitativo con el arioso. Tras la narración del Grial, se oye finalmente el motivo de Lohengrin y el de la misericordia.



In fernem Land,

unnahbar euren Schritten,

liegt eine Burg,

die Montsalvat genannt;

ein lichter Tempel

stehet dort inmitten,

so kostbar,

als auf Erden nichts bekannt;

drin ein Gefäss

von wundertät'gem Segen

wird dort als höchstes

Heiligtum bewacht:

Es ward, daß sein

der Menschen reinste pflegen,

herab von einer Engelschar gebracht;

alljährlich naht

vom Himmel eine Taube,

um neu zu stärken seine Wunderkraft:

Es heißt der Gral,

und selig reinster Glaube

erteilt durch ihn

sich seiner Ritterschaft.

Wer nun dem Gral

zu dienen ist erkoren,

den rüstet er mit überird'scher Macht;

an dem ist jedes Bösen Trug verloren,

wenn ihn er sieht,

weicht dem des Todes Nacht.

Selbst wer

von ihm in ferne Land' entsendet,

zum Streiter für

der Tugend Recht ernannt,

dem wird nicht seine

heil'ge Kraft entwendet,

bleibt als sein Ritter

dort er unerkannt.

So hehrer Art doch ist

des Grales Segen,

enthüllt - muß er

des Laien Auge fliehn;

des Ritters drum sollt Zweifel

ihr nicht hegen,

erkennt ihr ihn -

dann muß er von euch ziehn.

Nun hört,

wie ich verbotner Frage lohne!

Vom Gral ward

ich zu euch daher gesandt:

Mein Vater Parzival

trägt seine Krone,

sein Ritter ich -

bin Lohengrin genannt.


En tierras lejanas,

inaccesibles para vosotros,

se encuentra una fortaleza

llamada Montsalvat.

En su centro se yergue

un majestuoso templo,

tan espléndido

que en la tierra nada hay

tan precioso como él.

En su interior

se guarda un cáliz

bendito y milagroso,

como bien más preciado.

Una corte de ángeles celestiales

lo trajo a la tierra

para que fuese custodiado

por los hombres más virtuosos.

Cada año una paloma

desciende del cielo

para infundir nueva fuerza

a su poder milagroso.

Es conocido como el Grial,

y de él reciben los caballeros

la fe más pura y gloriosa.

Quien es escogido

para servir al Grial

recibe de éste un poder sobrenatural.

Contra él nada puede

la mentira del hombre malvado

y en su presencia

la noche de la muerte se desvanece.

Quien por él es enviado

a lejanas tierras

para defender la virtud,

no queda privado

de su sagrada fortaleza,

siempre que se ignore

que es un caballero del Grial.

Tan sublime es la gracia del Grial

que quien la descubra...

deberá huir de las miradas profanas.

Por ese motivo no ha de existir

duda ninguna sobre sus caballeros,

puesto que si los reconocéis

deberán abandonaros.

¡Escuchad ahora

cómo premio la pregunta prohibida!

Fui enviado a vosotros por el Grial.

Mi padre, Parsifal,

ciñe la corona.

Soy su caballero...

y mi nombre es Lohengrin.


 
 

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