domingo, 3 de marzo de 2013

Franz Schubert: Das Wandern

Hermann Prey, barítono

Franz Schubert (1797-1828), escribió unas 600 canciones (entre ellas los ciclos Die Schöne Müllerin (“La bella molinera”), Winterreise (“Viaje de invierno”), y Schwanengesang (“El canto del cisne”); además de Gesang der Geister über den Wassern (“El Canto de los espíritus sobre las aguas”) canción para coro y orquesta , cerca de cuarenta obras corales, diez óperas y operetas, siete misas, una Salve regina, el  oratorio Lazarus (“Lázaro”) y media docena de obras sacras menores.

En sus dos ciclos propiamente dichos, La bella molinera y Viaje de invierno, amplió el drama del Lied para componer sendos cuadernos de canciones de unos cuarenta minutos de duración en las que se narra una historia y se explora sentimientos y caracteres profundos de una manera que no es posible hacer en el curso de una sola pieza.
La bella molinera, D 795, op. 25, escrita en 1823, sobre textos de Wilhelm Müller (1794-1827), es más ligera, con un efervescente acompañamiento de piano, que simboliza tanto la corriente de agua del molino como la esperanza en el corazón del joven que confía en poder hacer realidad su amor.

Un día de primavera de 1823, Schubert estaba en casa de un amigo cuando éste se vio obligado a ausentarse. El compositor decidió esperarle y, para entretenerse, abrió un libro que estaba encima de una mesa y leyó unos poemas titulados La bella molinera, escritos por Wilhelm Müller, autor que Schubert no conocía. La lectura le impresionó vivamente y, sin esperar a su amigo, regresó a su casa llevándose el libro. Aquélla misma noche compuso los tres primeros Lieder del ciclo.

Wilhelm Müller era contemporáneo de Schubert. Los poemas a los que puso música son una veintena, y aunque todos los Lieder están unidos entre sí por el argumento, cada uno de ellos es una composición con vida propia. La primera parte, aparentemente serena y esperanzada, está ya llena de tristes presagios que se cumplirán en la segunda.
Das wandern (“El Caminar”) expresa ya los principales elementos musicales de todo el ciclo: un bajo rítmico y marcado que representa el caminar, y una figuración de semicorcheas que representa el arroyo. El protagonista inicia aquí un viaje, que concluirá dramáticamente con un lied en forma de canción de cuna cuya honda tristeza la aproxima a un canto fúnebre.

Como suele ser habitual en los Lieder, el acompañamiento tiene una gran importancia, implicándose en la transmisión de la psicología de la pieza. La melodía tiene carácter alegre, vivaz y extrovertido. A pesar de ser una obra romántica, la melodía tiene cierto corte clásico. La colocación del texto es fundamentalmente silábica, aunque destacan los melismas de dos notas sobre las sílabas de “Müllers”, por ejemplo.
En cuanto a la forma, se trata de un lied estrófico: en cada estrofa se repite la misma música. Hay un pequeño preludio instrumental de cuatro compases y dentro de la música de cada estrofa se puede detectar una estructura ternaria marcada por la modulación a modo menor sobre las palabras centrales.

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